Monday, October 03, 2005

Hoy conocí a dos japonesas amigas de Natsuko: Mikiko y Kazuho. Confirmaron mi teoría: Natsuko es una japonesa hippie.Pero aunque Mikiko no es hippie, también quiere aprender telar, prometí enseñarle.
Y no se que me pasa pero no puedo escribir mi “diario en metáforas”, como le dice Fernanda.
¿Porqué las metáforas? Qué se yo tal vez para puro arreglar el día, contarlo de nuevo, inventarlo a mi gusto. No por eso dejo de creer que la vida más bella debe ser una que ocurre en absoluto silencio (recuerdo haberte mirado una tarde entera sin decir nada. Fue hace tiempo pero me acuerdo). A falta de eso: metáforas, meter ruido, adornar las moras.
Desde que conocí a Natsuko en el Kintaro la he visto todos los días. Creo que ya somos amigas. Probablemente la veré un par de días en Japón, después dudo que nos volvamos a encontrar.
Los encuentros más bellos: una flor que sabía no resistiría la lluvia de la primavera y terminaría cayendo lentamente al pavimento. Aquí una pausa. Mis queridos muertos, mis papeles.
Porque la repetición: que otra cosa sino una mancha en el mantel que ocultar con un vaso, una botella (porfa que pase piola ¿no ves que hoy viene mi mami y le carga la mugre? Y anoche pa variar diste jugo, se te cayó el vino. Pa la otra toma vino blanco ¿querís? o por los menos ponle quix al mantel veis que si no la huevá no sale).
Tantos encuentros que se repiten más allá de lo deseado y lo deseable (que no es lo mismo: piensa no más en los amantes, su eterna lucha por la huella, el cansancio de él, la ropa en el piso y el llanto o cantinela repetida hasta el cansancio: de ella)
Y no quiero volver a encontrarme con tanta gente. Pero sin embargo la primavera y que Natsuko se vaya en unos días, que se yo me da pena.

4 comments:

Chepita Monroe said...

a veces los queremos...esos encuentros como queremos estar sin estar. Un papel roto en una esquina, oh, se me olvido la blusita aterciopelada en tu armario.
El punto es que cuando ocurren y explotan se agradecen. Y te hare caso amiga china saldre a volar que las alas ya me duelen de tan grandes

Fernanda said...

¡Qué locuaz, últimamente!
Te tengo el libro ya.
Fascinante.
Japón.
¿Te vas?
¿Otra más?
Mira, nos queda un café-café pendiente con el Mueble, para que se luzca contándonos sus anéctodas (pero siempre resulta que pregunta más de lo que cuenta).
Moras.

María José Ferrada said...

Clara:
Me voy solo por un mes.
Y claro que nos debemos un café. Paso del mueble. (No se reclama por el tipo de café. No se habla en voz alta cuando la gente está durmiendo ni se hace tanto atado a la hora de despedirse).Que se yo, en la última semana conocí a gente tan amable. Se me había olvidado: la risa fácil, de primavera: los gestos. Una japonesa que trabaja en el día y en la tarde compra una lata de cerveza y va de pesca. Solo eso. Por contraste creo que sarie tan sano desaparecer para un lote grande. Enojo, pica acumulada, años? Tal vez una mezcla de ambos. Más bien pena. Y el mundo más lleno de simples Natsukos de lo que uno pudiera imaginar en sueños.
El jueves a las 5 estoy acá. Tendré: mi tarro de moras: un nescafé barato. ¿te parece? Avísame.

María José Ferrada said...

Amiga gato:

Tienes alitas de sobra.