Mamá nos había enseñado a ver al pequeño dios que habitaba en nuestro jardín. Y para eso “deben quedarse muy pero muy quietas” decía con voz de cantar. La voz de mamá como vuelo de mirlo o galleta de miel.
El dios pequeño: sentado sobre las hojas de cedrón o dormido dentro de un durazno.
A veces mamá lograba que se posara en una de sus manos. Eso era cuando estábamos “muy pero muy quietas”. Entonces el dios respiraba por un segundo al ritmo de las cosas. Imaginábamos su pequeño corazón de mora, nuestro pequeño corazón de mora y el corazón de mamá: vuelo de mirlo, raíz, galleta de miel.
Sunday, September 23, 2007
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4 comments:
Amada María José, todavía pequeños dioses se posan en las manos danzantes de tu mamá.
me dejó sin aliento de pura prrreciosurrraaaaaa que es
_Y aqui siguen los pequeños dioses!! ahora que te descubrí..que hare cuando venga a leerte y no haya nada aún?
todavía estoy quieta....inmóvil....
besitosmovidos
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