Thursday, September 20, 2007

A esos seis niños que a esta hora están durmiendo en la Baldufa:

Al final del pueblo quedaba el río. Y había otros niños ahí. Niños que pasaban del aire al agua como una especie desconocida de pez pájaro, saltando de piedra en piedra, así: uno, dos, tres. A veces salían del fondo del agua con un cangrejo en la mano como si se tratara del fruto de un árbol rojo, que sólo ellos podían ver. Otras simplemente se sentaban a la orilla a tirar pequeñas piedras que parecían bailar: así: un, dos, tres.
Los niños del río nunca llevaban zapatos y no iban a la escuela. Cada verano desaparecía alguno en el fondo del agua: volvía a su jardín y se transformaba en pez. Así: uno, dos, tres.

3 comments:

Anonymous said...

Cuando leo tu cuento veo a los niños saltando por las piedras bajo algun puente del Mapocho. Veo al Oscar que un dia se tiro al rio y nunca regreso...veo a la Vero que desde algun lugar lejano los cuida y les avisa cuando tienen que arrancar...siento el olor nauseabundo y me dan ganas de llorar

Gianella said...

no encontraba mi blog....ahora ya no sere anonymous jajjaj

María José Ferrada said...

Siempre he admirado tu capacidad de estar cerca del dolor, de que a pesar del olor nauseabundo que ni siquiera puedo imaginar, sigas estando ahí.