Thursday, September 20, 2007

Han pasado meses sin retomar el blog. Se me pasan los días no se bien en qué. También ya va ser un año desde que me vine a España. Debo reconocer también que me ha tomado un año empezar a querer este lugar. Hoy venía caminando por El Raval (un lugar en el que no sabes si estas en alguna calle de un país de Asia Central o en un suburbio latinoamericano, el barrio de los inmigrantes) y me di cuenta de que después de haber venido muchas veces a punto de llorar, cansada de trabajar de camarera o teleoperadora, hoy venía feliz, mirando como el verano se va.
Cuando le dije a mi jefe chileno, mi querido Julio, que venía a España a estudiar, me dijo que me venía a España, pero que no sería a estudiar precisamente. Tenía razón. Ha pasado un año y lo que menos me importa es el master que comienza de nuevo ahora en octubre. En realidad me importa, pero ya no es la importancia que tenía un año atrás.
Durante los últimos cinco meses he estado trabajando en el archivo de una mutual. Los dos primeros meses pensé que me volvía loca (eran nueve horas al día, revisando carpetas con expedientes de trabajo, guardando y buscando papeles) los dos siguientes seguí muy de mala gana, y el último, no puedo decir que me gustó, diré que me lo tomé un poco mejor. Miraba las fotos, leía las cartas que enviaban, el tipo de trabajo que tenían, me imaginaba que hacían al salir de ahí. De pronto me sabía casi de memoria la historia de las dos mil carpetas. De pronto le tomaa algo parecido al cariño a las cosas más improbables.
Mañana es mi último día en el archivo. Tuve una especie de “ascenso” y de ahora en adelante me dedicaré a tramitar papeles, en la misma mutual, para el ministerio del trabajo. De pronto me encontré no feliz, pero tranquila, con mi futuro próximo de oficinista.
España ha sido un vuelco tan improbable.
No ha sido nada fácil, pero finalmente ha sido bueno. Y aquí comienzan las deudas afectivas. Mi Rafa que ha estado ahí sin importar que yo estuviera llorando como niña de cinco años, porque no quería ir al trabajo al otro día. Su paciencia infinita y las pocas palabras, la simplicidad que, aunque se lo haya dicho poco, tanto amo. Finalmente cuando ya no habían palabras que me hicieran ver que todo estaría bien, sus abrazos. Verlo levantarse casi sin quejas para ir aun trabajo que sé que tampoco es lo que soñaba, fue lo que mucha veces me dio la fuerza para ir otra vez más al archivo. Saber que al llegar a la casa si el cansancio no nos había matado, iríamos a comer algo a la pizzería argentina o al pakistaní, fue lo que me hizo seguir revisando carpetas. Lo pienso ahora, cuando es de noche y se que mañana será el último día en un trabajo del que difícilmente me olvidaré.
Cerraré la última carpeta con algo parecido a la gratitud, al amor de quien aprendió algo donde menos lo esperaba. Julio tenía razón. Me despediré de María Ángeles, de Noemí, de sus sueños por cambiar el escritorio por cualquier lugar lejano.
El dios de las cosas pequeñas, que no sabe de libros, que no sabe decir que hay tipos de vida que no vale la pena vivir. El dios que sabe de su pequeñez y que la acepta sin pensar en nada porque no está para pensar en nada trascendente. Ha pasado un año. Mi querido dios pequeño, vine de tan lejos para encontrarlo.

6 comments:

Anonymous said...

Cuando te leo, solo puedo ver el periplo de la escritora que eres y que, según yo, parirá su primer hijo internacional en España. Estar encinta, como estás, esperar el tiempo necesario para parir y parir, suelen ser hechos dolorosos pero, nada que mate y que sea más que la felicidad del hijo nacido.

María José Ferrada said...

Gracias Pedro: Gracias por lo que dices, tú sabes que tu opinión(aunque sé que la opinión de los padres es la menos objetiva de todas, por eso siempre les pregunto y les seguiré preguntando a ellos) bueno, tú sabes, es muy importante.
Uuuu y espero tener ese hijo (libro, para mis amigos más literales) esté pronto, no en mis manos, sino que viajando en un sobre camino a santiago.
Besos, te quiero mucho,

mj

Chepita Monroe said...

Amiga!
No sé definir bien lo que siento cuando leo esas palabras cargadas. Cargadas de vida. De tu vida, la que decidiste vivir. Creo que nunca he sentido tanta emoción como cuando me he dado cuenta que la conciencia de las cosas hace que estas se transformen en una gratitud enorme a la vida misma. Eso leo amiga china, gratitud. Que ganas de verte reír.

sole said...

amiga, me cayeron lagrimitas, me emocioné y me llevaste a ti, a tu simplemente conmovedora forma de crecer y de ser sabia en esta "otra casa" que elegimos (¿o nos eligió este país a nosotras?)...
yo también volví reconciliada, y espero podamos conversarnos un vinito pronto, antes de que se caigan todas las hojas de diagonal...

te quiero, te admiro.

Palmoba said...

"El pequeño Dios de las cosas".
Es dificil ver personas que se alimentan de las pequeñas cosa. Es dificil saber hacerlo.
Tu lo haces, tu sabes.Felicidades

Palmoba said...

Por cierto me ha hecho mucha gracia leerlo por que yo vivo en el Raval!! me encanta, no me ire de alli y no soy inmigrante, acaso que no sea de la vida misma!!
Besos!!