Wednesday, April 26, 2006
Thursday, April 20, 2006
En un par de semanas viajo a ver a Sara. Había juntado algo de plata para comprar un computador. Pero extraño a Aki, Natsuko, Sara y mientras pensaba en lo mucho que quería estar tomando un café con ellos pasé por fuera de una agencia de viajes. Terminé comprando un pasaje para ir a ver a Sara y me quedé sin computador.
Y hace unos días: mi viaje. Temuco y Puerto Saavedra (de ahí la foto de la mujer tejiendo canastos). Cada vez que voy quiero quedarme en medio de una de esas conversaciones en las que todas las mujeres de la familia hablamos mientras el tiempo no pasó nunca. Soñé que vivía en otra ciudad, que estaba en un templo de Nara, que pasaba por fuera de una vitrina y entraba a comprar un boleto de avión para visitar a Sara. Sigo jugando en un patio de Comuy, persiguiendo a mis primas, durmiendo la siesta. Mi padre y Enrique concentrados en tomar fotografías mientras yo junto caracoles y los pongo en fila en mitad de una vereda. Tengo cuatro años y un vestido verde, a cuadros.
Monday, April 10, 2006
Sábado en la mañana: pensabamos en ceremonias del té a las que no habíamos asistido pero podíamos imaginar: la dignificación de la pequeñez y del gesto, objetos que nos parecían hermosos (una taza de porcelana con forma de flor que mirábamos al pasar por la tienda del anticuario) porque intuíamos en ellos:
la impermanencia de las cosas
la belleza de lo incompleto e imperfecto
tratados orientales en los que todo transcurre en medio del silencio y la penumbra de un espacio vacío. Sara y Fran también habían decidido gastar el tiempo en cosas inútiles. Yo enfrascada por años en entender una caligrafía extraña. Fran en el cultivo de rosas. Sara en sus kamikazes y dibujos. Un vacío que compartíamos y nos hacía hermanos. Vacío el principio, vacío el final y mientras tanto: una taza de té donde mirar el universo.